Belzoni, del circo a las pirámides
Pasó de actuar como forzudo a trasladar antigüedades egipcias a Londres
Giovanni Battista Belzoni (1778-1823) fue una figura peculiar de la egiptología del siglo XIX. Fue un excavador italiano, explorador y aventurero al que sus conocimientos en sistemas hidráulicos cambiaron la vida tras haber pasado por espectáculos de variedades haciendo números relacionados con su gran altura -se dice que medía unos dos metros- y fortaleza física.
Belzoni nació en Padua el 5 de noviembre de 1778. Fue uno de los 12 hijos de un modesto barbero y su esposa. A los 16 años se fue a Roma a buscar fortuna, donde inició unos estudios relacionados con la mecánica hidráulica. De ahí pasó a Países Bajos y luego escapó a Inglaterra para eludir el pago de algunas deudas, donde se casó. Fue un oscuro periodo en el que trabajaría como forzudo ambulante y en pequeñas ferias, levantando a 12 personas sobre una plancha de hierro. Se dejó el pelo largo y se haría llamar Sansón en sus actuaciones.
Entre los años 1812 y 1813 viajó por Portugal y España, y en Malta conocería a un emisario del gobernador de Egipto, Muhammad Ali, quien le instó a viajar a Egipto para aportar en el campo del riego agrario por sus conocimientos hidráulicos. La operación no salió bien, pero le permitió conseguir contactos en el país. Por ejemplo, el cónsul general británico Henry Salt le requirió para trasladar la parte superior de una gran estatua de Ramsés II situada en Tebas, para su embarque hasta Londres. Luego lo hizo con el sarcófago de granito de Ramses III. Fue ahí cuando Belzoni se dio cuenta de que podía ser el principio de un largo y fructífero negocio.
Belzoni limpió de arena buena parte de la entrada de Abu Simbel, excavó en Karnak -encontrando unas 20 estatuas de Sekhmet en el Templo de Mut-, en 1818 abrió la pirámide de Kefrén y documentó tumbas reales en Tebas como la de Ay, la de Ramsés I y, la más famosa de todas, la de Seti I, que contenía el conocido sarcófago de alabastro.
Tenía una reputación de buscador de tesoros más que de arqueólogo, y fue muy criticado por los daños que provocó en la necrópolis de Sheij Abd el-Qurna cuando buscaba material funerario.
Al no obtener apoyo económico para seguir trabajando en Egipto, Belzoni se dedicó a organizar una expedición por África para tratar de buscar el origen del río Níger. Murió de disentería en Gwato, Benin, el 3 de diciembre de 1823.